Por: Manuel Antonio Rosero Trejo
Las madres son únicas en el mundo y como dice el dicho popular: “Madre solo hay una y como la mía ninguna”. Con las madres se despierta un vínculo que no se tiene con ningún otro ser del planeta. Antes de nacer, cuando nos llevaba en su vientre ya nos cuidaba y nos quería más que a su propio ser, después se encargó de hacer todo lo que pudo para sacarnos adelante y para que no nos faltase de nada de lo que podía darnos dentro de sus posibilidades.
Para quienes no tenemos la fortuna de tener a nuestra madre en cuerpo presnete esta es una fecha que genera sentimientos de tristeza muy profundos, como en mi caso el no tener a la mamá Luz, puesto que nadie está preparado para que una madre se vaya, no importa las circunstancias, simplemente nunca es el momento.
Desde su marcha y cada vez que miro a mis hija, me gustaría que pudiera ver todo lo que yo veo. Ver cómo crece, cómo maduran con el paso de los años. Recordar ese amor incondicional que sintió por mí desde incluso antes de nacer, de los esfuerzos y sacrificios que hizo por mí y mis hermanos, porque ser madre es la responsabilidad más grande que se puede tener… y dura toda la vida.
De que en sus días grises siempre intentaba pintar un arcoíris para que no perdiera su sonrisa, su paciencia… aunque yo en esos momentos no me diera cuenta, de las ganas de vivir, pues solo quería salud para poder estar con nosotros el máximo tiempo posible.
De que siempre ha hecho lo mejor que ha sabido o podido para que esté bien, por eso hoy mamá, aunque no te tengo a mi lado te abrazo fuerte porque te pienso cada día y reflexiono sobre ti, sobre mí, sobre la maternidad y sobre todo el amor que siempre me has regalado.
Siempre que estaba a tu lado me sentía a salvo, seguro, sabía que estaba en casa. Ahora, que no puedo estar a tu lado, me siento igual cuando pienso en ti porque tu amor sigue llegándome estés donde estés. Tu amor por mí es tan fuerte que jamás dejaré de sentirlo, aunque a veces me duela el alma por querer verte y abrazarte y no poder hacerlo.
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Aunque siento que sigues a mi lado, por la forma en que crío a mi hija, por los besos y abrazos que le doy… me veo reflejada en ti y eso me hace sentir el padre más orgulloso del mundo, porque tuve la mejor madre y gracias a eso soy quien soy hoy. Tu sonrisa se ve plasmada en la mía y estoy segura de que en muchas cosas, me parezco a ti.
Seguiré haciendo cosas que me hagan sentir cerca de ti como comer tu plato favorito, comprar las flores que te gustaban, salir a pasear por donde te gustaba ir, y le contaré a mi hija cada día lo maravillosa que fuiste y lo feliz que me hiciste mientras pude tenerte a mi lado.