Ricardo Sarasty

Alabanza en boca propia es vituperio

Por: Ricardo Sarasty.

Esta sentencia se la oí decir a mi mamá en más de una ocasión para referirse a lo poco o mejor nada correcto de las actitudes vanidosas y más cuando no son sino una manera de llamar la atención y buscar ser tenido en cuenta allí en donde no se es necesario ni existen razones para considerarse importante.  Porque cada cosa en su lugar y para lo que es, replicaba mi mamá. En el transcurso de la vida a cada uno le llega el momento para demostrar que tantas cualidades tiene y lo bien que las emplea en la realización de las obras que le piden puesto que para ellas lo han desinado, y claro que sí, debido a sus méritos. Por lo que no existe necesidad alguna de andar como los pavos alborotando al gallinero solo para llamar la atención ahí donde nadie tiene porque volverse para verlo, `pues lo de él esta solo entre pavos y allá bien entienden desde su caída de moco hasta el despliegue de su cola. Por lo que le resulta inoficioso al ave ir a competir con el gallo quien sí sabe para que canta y en dónde.

Cuenta la fábula sobre lo sucedido a una que por mostrarse mejor entre la rana quiso igualar en porte con el toro, solo que en su intención por demás vanidosa tomo tanto aire, inflándose hasta reventándose. En el querer ser más y sobre salir de entre el montón no se encuentra el despropósito de la pobre rana, ser más y mejor a nadie puede endilgársele como falta error o defecto. Lo que no se debe es buscar ser diferente renunciando a la identidad, es que la rana quiso jactarse de poder dejar de ser rana para comenzar a ser vista y admirada como toro. Lo que uno debe de imaginar a la par que escucha la triste historia de la rana que quiso ser igual a un toro es la existencia de la otras ranas tan sensatas que debieron advertirle sobre los riesgos que corría al buscar contar con algo diferente que la mostrase superior a las otras, llamase porte, fuerza, belleza, todas aquellas cualidades que considero que les faltaban a las demás ranas, que debió ver con desprecio por observar en ellas únicamente lo que considero que por feo o debilidad no debían formar parte de sus características particulares.

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“La vanidad es yuyo malo que envenena toda huerta” canta Francisco Cafrune y bien que lleva a comprender el por qué se afirma que la estética es la expresión de la ética. por lo que se   reprende al presuntuoso que no únicamente va y viene adornado con cuanta candileja encuentra, pues si únicamente hiciera esto no tendría por qué ser objeto de reprensión alguna, allá vea cada cual que es lo que le gusta para así mismo sentirse bien. No, se amonesta al engreído cuando pretende convertir su imagen en motivo obligado de admiración, sino de adoración. Cuando no solo se distrae, se abstrae de sus responsabilidades como ser social, jefe de hogar, trabajador, para ocupar la totalidad del tiempo y de los espacios donde se encuentra en función de su acicalamiento. Cuando recurre al empleo de los recursos propios de sus obligaciones como funcionario o responsable de una organización social, para solventar los costos de su vanidad, convencido de porque se ve superior bien puede hacerlo sin tener que rendirle cuentas a nadie. Olvida quien así se comporta que, como en el decir popular se escucha, hay pájaros que se entrampan solitos por presumidos.

Nada peor para la formación moral de los niños y jóvenes que el asistir a una feria de vanidades como la ofrecida, por estos días, en los medios de comunicación.  @Risar0