LUIS EDUARDO SOLARTE

La responsabilidad de ser alcaldes

Por: Luis Eduardo Solarte Pastás

Dentro del ordenamiento político-administrativo colombiano, los municipios están llamados a cumplir un papel trascendental en la administración y gestión de recursos con miras a promover y tratar de alcanzar niveles de vida dignos y acordes a las necesidades de sus habitantes.

El municipio es el poder público más cercano y más al tanto de los problemas de cada una de las personas. De ahí que, sea normal que nos encontremos a diario con gente que concurren hasta las oficinas municipales planteando inquietudes y en muchas ocasiones demandando respuestas concretas y urgentes a sus distintas dificultades económicas y sociales.

Bajo esos parámetros, entonces, tenemos que la ciudadanía otorga su apoyo a los alcaldes para que estos lleven a cabo políticas que permitan pensar los municipios en el aquí y en el ahora, y hacia el futuro. Pero también ellos son agentes directos de representación de los intereses de los ciudadanos, de manera que el cumplimiento de mandato popular es más exigente que con otras autoridades elegidas popularmente, por cuanto muchas decisiones municipales afectan la vida y el accionar diario de sus habitantes.

Teniendo en cuenta la importancia alcanzada en la actualidad por los municipios mucha gente aspira ser sus administradores a través de la alcaldía. Esto en ningún momento se lo discute porque como colombianos la misma Constitución y la Ley faculta a quienes quieran llegar a los órganos de poder local.

Sin embargo, dadas las connotaciones obtenidas por dichas entidades territoriales y el compromiso que tienen de propugnar por el bienestar social de sus habitantes, las personas que se postulan para alcaldes, deben saber de antemano la inmensa responsabilidad que tienen con sus respectivas comunidades, lo cual exige la presentación ante los ciudadanos de programas y propuestas viables a fin de conjurar las necesidades que se afrontan en sus respectivas localidades.

En el mes octubre de este año se van elegir alcaldes y si se pretende forjar el progreso y el desarrollo de las entidades territoriales, es esta la oportunidad para evitar caer en los mismos errores garrafales anteriores, en el sentido de permitir que personas sin ningún tipo de visión político-administrativa y seriamente cuestionados por sus actividades públicas y privadas, decidan inscribirse como candidatos a las alcaldías.

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Esto porque a veces lo único que buscan es hacer simple protagonismo y satisfacer su ego en detrimento de unas elecciones en donde los ciudadanos desean elegir a los más capacitados y con cualidades de responsabilidad, y principios éticos y morales que garanticen la realización de obras y programas de beneficio común.

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Cada vez que se van a llevar a efecto las elecciones a nivel local, en los habitantes la esperanza y la ilusión vuelve a renacer en que todo puede cambiar.

Y de inmediato anhelan que para lograrlo surjan nuevos candidatos con una nueva perspectiva del quehacer político y con la preparación académica necesaria para que los más preparados lleguen a las alcaldías a fin de cumplir con los principios y postulados fundamentales que le son inherentes a los municipios, es decir, el de trabajar por el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población en el respectivo territorio.