Por: Manuel Antonio Rosero Trejo
Cuando parecía que los desmanes y la violencia en los estadios de Colombia eran temas del pasado, los hechos ocurridos en los últimos días no hicieron recordar que todavía está presente en las diferentes ciudades del país.
La fiesta deportiva en estos escenarios de un momento a otro se convierte en caos y los hinchas salen aterrorizados cuando la idea es pasar un momento agradable disfrutando del denominado mejor espectáculo del mundo.
Hechos como los que ocurrieron en el partido entre Once Caldas y Alianza Petrolera, en donde los hinchas ingresaron al terreno de juego ante la difícil situación por la que atraviesa el equipo en la tabla del descenso, esto unido a los enfrentamientos entre la Fuerza Pública con la barra de Los del sur del Atlético Nacional debido a inconvenientes con los directivos del cuadro antioqueño previo al partido ante América de Cali, ya que ingresaron al terreno de juego y atacaron a los policías que velaban por la seguridad. El resultado fue lamentable: treinta miembros de la fuerza pública y cerca de cincuenta hinchas resultaron heridos, según las declaraciones y el balance del alcalde encargado de Medellín, Óscar Hurtado.
Es realmente preocupante que el presidente del cuadro antioqueño, Mauricio Navarro, tuvo que salir en los medios a dar explicaciones. Palabras más, palabras menos decía que el club no podía seguir aceptando las exigencias económicas de Los del sur, traducidas en entradas gratis para la barra, compra de material para el apoyo del equipo durante los partidos y una compensación económica por salvaguardar la seguridad de la hinchada visitante.
Las declaraciones del presidente del equipo permiten inferir que, en este caso, los directivos se dejaron tomar ventaja de un problema que ya era público (y antiguo). Pareciera que la intención fue buena —regalar entradas y material para que los hinchas apoyaran al equipo—, pero, desafortunadamente, el resultado impugna la idoneidad del programa. Preocupa, además, que la seguridad de los asistentes al estadio recaiga en una hinchada.
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Basta recordar que los hinchas de esa misma barra invadieron el terreno de juego cuando Millonarios se coronó campeón de la Superliga en el año 2018 para intimidar e insultar a los jugadores visitantes y recuérdese también que no les permitieron dar la vuelta olímpica.
Esperemos que las medidas de la Dimayor sean definitivas y ejemplares para que se le empiece a poner freno a la violencia en el fútbol, que, no debemos olvidar, es y debe ser un juego.

