Hoy de nuevo nos tenemos que referir a la delicada situación por la que seguimos atravesando aquí en Pasto y en general, en el Departamento de Nariño, a cuenta del bloqueo de la vía Panamericana que ya superó los dos meses.
Es cierto que no se puede desconocer que se han desplegado toda clase de esfuerzos para dar paso, aunque sea por vías alternas y mitigar en algo ese perjudicial aislamiento que nos tiene en estos instantes en medio de una gravísima crisis económica.
En ese sentido, las cifras nos producen escalofríos, puesto que, de acuerdo con el reporte de la Cámara de Comercio de Pasto, en las últimas semanas se han cerrado más de 600 empresas, lo que se refleja en la pérdida de miles de empleos.
Sin embargo, no nos extraña esa cifra puesto que muy bien sabemos que sectores de alto impacto laboral en nuestro medio, como es el caso de la construcción, afrontan una paralisis superior al 80 por ciento, sencillamente porque los materiales de construcción no están llegando al departamento.
Aparte de eso, ahora también afrontamos en nuestra ciudad un panorama muy similar al que nos describían hasta hace algún tiempo en Venezuela, con tiendas y supermercados desabastecidos y largas filas de personas en busca de los productos de la canasta familiar.
«Mientras tanto, nuestra región languidece en medio del cierre de empresas, la consiguiente pérdida de empleos y el desabastecimiento y encarecimiento de los principales productos de la canasta familiar, lo que nos muestra que, a pesar de las expectativas, seguimos tan abandonados como siempre.»
Hace algunos días, en este mismo espacio Editorial nos referimos al calvario que vienen afrontando los tenderos de barrio, la mayoría de los cuales, en lo que tiene que ver con los productos agrícolas, se surten en las plazas de mercado de Pasto. Pero, además para completar el oscuro panorama, muchos otros productos alimenticios que nos llegan del interior del país, no han podido llegar con la frecuencia debida, por lo que estos establecimientos, tan populares en los diversos sectores de la capital nariñense, se están quedando si mercancía y, la poca que hay, la tienen que tratar de vender a unos precios escandalosos.
En las últimas horas, esa problemática de los tenderos de barrio, se extendió a los pequeños supermercados, que hoy en día se encuentran prácticamente vacíos, puesto que la mercancía no llega y el poco surtido que se consigue es a precios onerosos lo que dificulta su comercialización.
Escuchando a los pequeños y medianos comerciantes, nos damos cuenta que la situación de crisis económica y de desabastecimiento es grave, puesto que las alternativas que se están utilizando, como la mercancía procedente de Ecuador, llega a precios inalcanzables, como sucede en estos momentos con las frutas, cuyos precios se han disparado en detrimento de comerciantes y compradores.
Nos encontramos entonces en medio de una crisis, que sigue causando día tras día, el cierre de pequeños comercios, como lo son precisamente las tiendas, así como la pérdida constante de centenares de empleos.
Mientras se viven estos dramáticos hechos vemos como el Gobierno Nacional, parece haberse desatendido de lo que está pasando no solo en nuestro Departamento de Nariño, sino también en el Cauca.
Es así como de la Emergencia Económica no hemos vuelto a saber razón grande o chica, como dice la expresión popular, mientras que la anunciada visita del presidente de la República Gustavo Petro, se quedó en veremos. Igual sucedió con la iniciativa del Concejo de Pasto, con su propuesta de la Ley del Sur, en nuestro concepto muy bien elaborada, mediante la cual se busca la puesta en marcha de medidas tendientes a disminuir los terribles efectos que le está causando a Pasto y a Nariño, un bloqueo que ya superó los dos meses, proyecto del que tampoco se volvió a saber nada.
Mientras tanto, nuestra región languidece en medio del cierre de empresas, la consiguiente pérdida de empleos y el desabastecimiento y encarecimiento de los principales productos de la canasta familiar, lo que nos muestra que, a pesar de las expectativas, seguimos tan abandonados como siempre.

