POR: JORGE HERNANDO CARVAJAL PÉREZ
En estos momentos la vida no es color de rosas (valga la expresión) para los moradores de Pasto, por culpa del deslizamiento que se produjo en Rosas y nos dejó aislados de Colombia.
Como resultado de esta emergencia hoy tenemos que los precios de toda clase de productos en la ciudad, no andan por las nubes, sino por la estratosfera, por lo que cualquier día de estos, corren el peligro de que Estados Unidos los derribe creyendo que se trata de un globo chino.
Lo cierto es que todo está tan caro, que entiendo perfectamente las tribulaciones del Maestro Buchón, quien confesó de manera pública el fallecimiento de su pajarito, deceso que se produjo porque hoy para acudir a un motel bien acompañado, se necesita haber sido el afortunado ganador del Baloto.
En ese sentido, lo que sabemos es que en un desesperado esfuerzo por salvar a su avecilla, el Maestro Buchón corrió en su vieja bicicleta Monark a una droguería con el fin de adquirir un Viagra, pero se encontró con la desagradable sorpresa, de que este producto, de por sí bastante caro, había triplicado su precio y ahí sí, no hubo más alternativa que los Santos Oleos y, a descansar en paz.
La triste realidad es que como vamos, no hay plata que alcance. Uno pide dos mil pesitos de pan, que en épocas mejores eran diez y ahora le salen con 4 y tan pequeños, que toca mirarlos con lupa.
El panal de huevos en la tienda del señor que los tiene grandes, que antes costaba 17 mil pesos, ahora vale 20 mil pesos y no parecen de gallina, sino de codorniz desnutrida.
De “ñapa” a los precios caros, hay escases de todo. El padre Narciso quien ayer vino a colocarnos la Cruz en la frente, por el inicio de la Cuaresma, la tuvo que hacer pequeñita para ahorrarse ceniza.
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Y el constructor Victor Rivas, no ha podido levantar ni un castillo de naipes, puesto que los materiales básicos se encuentran represados, por lo que quince mil familias que se dedican a esta actividad en la que se recibe un pago diario, están con las manos cruzadas y bostezando de hambre, lo que no es cosa de risa.
En mi caso personal, creo que me va a tocar asumir la dieta que durante tanto tiempo he tratado de hacer, para ver sí bajo un poco de barriga ya que el precio de la comida está venenoso y el costo del “corrientazo” en cualquier restaurante del centro, ya no tiene nada que envidiarle al Sausalito, restaurante del que el inolvidable Pachito Múñoz, solía decir que “los platos no son caros, lo que es cara es la comida.”

