Por: Monseñor Juan Carlos Cárdenas.
Hoy y por varios domingos, la liturgia dominical nos presentará distintos fragmentos del sermón de la montaña que comenzamos hace 8 días con las bienaventuranzas. Estamos en el capítulo 5 de Mateo, versículos 13 al 16. Las imágenes de la sal y de la luz recuerdan cómo debe ser la vida del cristiano:
1. Vida con propósito
La imagen de la sal podemos entenderla desde la perspectiva del sabor. Es difícil cuando los médicos nos restringen el uso de la sal en los alimentos. Ella le un toque especial a la comida que la vuelve agradable al paladar, cuando se la usa con moderación.
Los cristianos tenemos una misión en el mundo: mostrar que la experiencia de Jesús le da algo a nuestra existencia que la hace especial. El cristiano no se limita a vivir, sino que le da un sentido, un sabor, un propósito. Tener a Cristo en la vida nos cambia, nos hace mejores. Se nos debería notar, de manera que otros quisieran pasar por la misma experiencia.
2. Vida con valores
Pero la sal también tiene propiedades para evitar la corrupción de las cosas. Antes que existieran los refrigeradores, de hecho, muchos sitios se sigue haciendo, la carne se impregnaba de bastante sal para que durara más.
Jesús ha venido a traernos principios y valores de vida que nos preservan de terminar sumergidos en la corrupción del mal, de una vida sin Dios. Seguir a Jesús nos da cimientos firmes, nos da certezas, lo cual nos ayuda a ser más humanos y mejores hijos de Dios. Como discípulos suyos, los cristianos tenemos la misión, con nuestro testimonio, de mostrar al mundo, que esos valores que hemos recibido del Señor, siguen siendo vigentes para llevar una vida equilibrada y sana.
3. Vida que inspira
Por último, está el signo de la luz. Jesús nos dice que somos la luz del mundo y que esa luz no debe estar escondida sino que debe alumbrar a todos. Los hechos de los apóstoles describen cómo la gente admiraba la vida que llevaban las primeras comunidades de cristianos. Tertuliano recuerda que la gente exclamaba al ver a los cristianos: ¡miren cómo se aman!
Esta tercera dimensión de nuestra misión en el mundo es inspirar a otros al hacer vida las enseñanzas de Jesús. El cristianismo no es simplemente una religión que nos vincula una doctrinas. Antes de ello es un estilo de vida marcado por una experiencia, por un encuentro poderoso con la persona de Jesús. Asumamos el reto de una vida coherente con lo que creemos y con ello seamos signo de algo grande para un mundo necesitado de testigos convencidos y convincentes.

