Juan Carlos Cárdenas Toro

40 días para renovarnos en Cristo

El pasado miércoles hemos iniciado un nuevo camino cuaresmal: 40 días para fortalecer nuestra conversión hacia Jesucristo, por medio de la oración, las privaciones voluntarias y la caridad para con los más necesitados.

El episodio de las tentaciones de Jesús nos lo relata esta vez el evangelista Lucas 4,1-13. Partiendo de las tres tentaciones que aparecen en el relato, les propongo estas tres palabras que nos plantean aspectos de fondo de lo que significa tentación: instigación o estímulo a algo que es contrario al querer de Dios.

 

Oposición

Un hecho que queda evidenciado en el pasaje evangélico, es que la tentación plantea fundamentalmente oponernos a Dios.

El diablo, que recordemos, significa adversario, divisor, reta a Jesús con propuestas que confrontan su identidad “si eres hijo de Dios…” y con su Padre, a quien el demonio osa querer reemplazar: “si te arrodillas delante de mí…”.

De este episodio aprendemos que detrás de toda tentación se esconde la trampa de terminar renegando de Dios y de nosotros mismos.

 

Atracción

Pero la tentación también tiene en el fondo, como engaño que es, una fuerza que nos quiere seducir. Aparentemente, se nos ofrecen opciones o cosas que parecen buenas, atractivas, deseables.

El maligno conoce nuestras debilidades y por allí nos quiere hacer caer. Tradicionalmente se han ubicado tres grandes tentaciones: poder, placer y tener. Pero hay muchísimas más. Son tan variadas como abundantes son nuestras debilidades.

En este pasaje donde Jesús es tentado, aprendemos que el demonio es astuto y muy hábil, y se aprovecha de nuestra fragilidad.

 

Resistencia

Se suele confundir tentación con pecado como si fueran sinónimos. La tentación es la trampa donde se nos quiere hacer caer. Pecado es cuando terminamos aceptando las propuestas engañosas, somos entrampados.

El maligno se puede valer de situaciones, de éxitos, de fracasos, de estados emocionales, incluso de personas. ¿Cuál es la clave para no terminar atrapados?

En el evangelio hay una constante: a todas las ofertas que el diablo hace a Jesús, este siempre responde con la palabra de Dios: “está escrito: no solo de pan vive el hombre”; “está escrito: al señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”; “está escrito: no tentarás al Señor, tu Dios”.

En este pasaje aprendemos que a la tentación solo se le resiste refugiándonos en Dios, confiando sólo en Él y pidiendo de Él, a través de la oración, de la lectura creyente de la Palabra, de la vida sacramental, la fortaleza para mantenernos en pie.

Este viaje de 40 días, cada año es la oportunidad para que, como creyentes, nos sintonicemos de nuevo con lo fundamental, con la esencia del Evangelio y nos dejemos renovar.

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro