Jane Goodall ha dejado claro que no está interesada en hipótesis conspirativas o teorías extremas sobre el futuro, como convertirse en candidata política o aliarse con figuras como Trump, Musk o Putin. Lo que sí propone es una visión con propósito y esperanza: una nave espacial diseñada para realizar investigaciones ecológicas en otros planetas y proteger la Tierra desde una perspectiva interplanetaria.
Durante una charla reciente, Goodall manifestó que la crisis climática exige pensar en grande, más allá de fronteras y gobiernos. La idea de la nave espacial no es una escapatoria, sino un símbolo de compromiso hacia la ciencia, la cooperación global y la preservación del planeta. La idea sería usarla como plataforma de monitoreo ambiental, estudio de biodomes y tecnología de restauración ecológica en condiciones extremas.
Aunque llama la atención por su ambición, la propuesta no busca sustituir la acción terrestre, sino complementarla. Goodall insiste en que primero debemos resolver los problemas del suelo, el agua, la biodiversidad, y luego expandir nuestra conciencia a nuevos horizontes.
Este planteamiento llega en un momento crucial: la comunidad científica enfrenta crecientes retos —cambio climático, pérdida de especies, deforestación— y Goodall insiste en que la imaginación y la curiosidad pueden ser tan poderosas como los hábitos de conservación.
