Adriana Benítez, víctima, Jairo Moncayo.

Reconocieron a estudiantes como víctimas del conflicto y represión

En el Centro Cultural Palatino de la sede de artes de la Universidad de Nariño, en Pasto, la Comisión de la Verdad llevó a cabo el Encuentro Preparatorio por la Verdad ‘Reencuentros, luchas y resistencias’, para reconocer los impactos del conflicto armado.

En este espacio se abordó las afectaciones históricas que pasaron por las acciones de represión del Estado al movimiento en las décadas del 60 y del 70, la estigmatización y señalamiento al movimiento social y universitario ocasionada por algunos medios de comunicación, la participación de la mujer y las formas de violencia en contra de este activismo.

De igual manera se reconoció el asesinato de 5 representantes de la lucha estudiantil, Martín Rodríguez, Adriana Benítez, Marcos Salazar, Jairo Moncayo y el trabajador y líder social y sindical de la Universidad de Nariño, Tito Libio Hernández.

En el marco de este contexto, la Comisión hizo énfasis en la ruta de un complejo camino de violencia política que se agudizó años después por el recrudecimiento del conflicto, generando a inicios de la década del 2000 numerosas afectaciones y violaciones a los derechos humanos dirigidas al cuerpo universitario, por parte del grupo paramilitar del Bloque Libertadores del Sur de las extintas Autodefensas Unidas de Colombina.

Violencia

La violencia contra estudiantes, profesores y trabajadores provinieron de diferentes grupos legales e ilegales, como fuerza pública, paramilitares.

El encuentro, además de contar con la participación de víctimas identificadas en distintos momentos históricos, tuvo las voces de dos exintegrantes de las autodefensas, en un acto de reconocimiento a las afectaciones que explicó públicamente lo ocurrido en la Universidad de Nariño.

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Guillermo León Marín y Aníbal Gómez, exmiembros de grupos paramilitares, relataron paso a paso el seguimiento y perfilamiento al movimiento estudiantil. Relataron recibir información del antiguo DAS, fuerza pública, fuerzas militares e infiltrados dentro de la universidad sobre los líderes estudiantiles.

Aníbal Gómez manifestó que “la orden de asesinar a los estudiantes y al vigilante la recibí en una lista por parte del sargento Cardozo de las fuerzas militares”.

La jornada puso en evidencia ante el país las afectaciones a la construcción de pensamiento crítico y democrático; la libertad de cátedra; la generación de conocimiento, ciencia, investigación e innovación, la relación y los aportes de la universidad con el resto de la sociedad nariñense.

Para esto se visibilizaron las acciones violentas de intimidación, silenciamiento, persecución, estigmatización y muerte, entre otros, a las que fueron sometidos estudiantes, sindicatos y catedráticos durante la guerra en el departamento.