Ni novia ni esposa

¡Mi madre está en el cielo desde hace 16 años, como la extraño! Hoy daría lo que fuera por volver a tenerla una hora, si solo una, para decirle cuanta falta que me hace, para contarle mis éxitos y también mis fracasos.
Víctor Rivas

POR: VICTOR RIVAS MARTÍNEZ.

En una pareja que se gusta mutuamente, usualmente después de la amistad viene el noviazgo, que no es otra cosa que una relación amorosa,  con la intención de casarse.

El noviazgo es un tiempo transitorio, en el cual se busca profundizar la relación, para avanzar en su conocimiento. Si el noviazgo prospera en pareja, probablemente terminan comprometidos hasta formar un hogar.

 Se denomina esposa, a la pareja del hombre, cuando se casa, usualmente hasta que la muerte los separe.

Hago esta distinción para comentar que yo tuve una mujer, que, sin ser mi novia, ni mi esposa, siempre estuvo a mi lado y la llevo en mi corazón. Esa mujer  es mi madre.

Hablo de ella, porque ayer se celebró su día y el de todas las madres del mundo. Claro está que comparto la opinión que, a ellas, no es justo que se les celebre solo un día en el año. Hay que celebrarles su día, todo el tiempo.

Cómo no recordar a mi madre y con justo mérito a todas las madres, si ellas no dieron la vida, nos dieron su mano generosa cuando más lo necesitamos, cuando éramos inútiles y no éramos capaces de bañarnos, peinarnos, alimentarnos, peor de caminar o vestirnos por nuestros propios medios.

Puede interesarle: https://www.diariodelsur.com.co/maestro-fuente-de-conocimiento-e-innovacion/

Mi madre como todas nos cuidaron, protegieron, nos dieron su calor, afecto y amor incondicional, al punto que hicieron todos los sacrificios necesarios para que creciéramos en un ambiente sano y alegre en medio de todas las limitaciones. Mi madre, junto a mi padre, ambos sin empleo fijo, vivieron del rebusque, ellos con un elevado espíritu de trabajo y superación fueron capaces de sacar adelante a sus 8 hijos.

¡Mi madre está en el cielo desde hace 16 años, como la extraño! Hoy daría lo que fuera por volver a tenerla una hora, si solo una, para decirle cuanta falta que me hace, para contarle mis éxitos y también mis fracasos.

A las madres deberíamos colocarles mil medallas en su pecho por todo lo que hacen y continúan haciendo por nosotros y, dos mil a las que son padre y madre.

Loading

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest