A menos de dos meses para la realización de las elecciones a la Presidencia de la República en nuestro país, las redes sociales siguen haciendo de las suyas, divinizando en algunos casos a los candidatos y en otros, haciéndolos blancos de toda clase de indignidades, en una guerra sucia que se teme se siga incrementando a medida que se acerque la fecha de la primera vuelta de los comicios.
Muy bien saben los políticos modernos que en esta era de elevada tecnología las redes sociales se constituyen en una eficaz herramienta tanto para el lado bueno, mostrar lo mejor de los diferentes aspirantes, pero también exponer al escarnio público lo peor, para que los electores se desencanten.
Recordamos como en el año 2016, Donald Trump quien precisamente no aparecía como favorito para ganar la Presidencia de Estados Unidos, se valió de Facebook para asegurarse una victoria que muchos consideraban improbable.
Hoy en Colombia y cuando nos encontramos en plena campaña en pos de la Presidencia de la República, la cual, al menos por el momento se ha polarizado con dos candidatos, vemos como las redes sociales, están jugando un papel protagónico. Sin embargo, nos preocupa sobremanera que el odio, el racismo y otros sentimientos bajos se expongan día a día, en un proceso político, que cuenta con la participación de ocho aspirantes, entre ellas una mujer.
«A menos de dos meses para la realización de las elecciones a la Presidencia de la República en nuestro país, las redes sociales siguen haciendo de las suyas, divinizando en algunos casos a los candidatos y en otros, haciéndolos blancos de toda clase de indignidades, en una guerra sucia que se teme se siga incrementando a medida que se acerque la fecha de la primera vuelta de los comicios».
Lo cierto es que hoy en día, como lo pudimos ver en nuestro departamento de Nariño, con motivo de las elecciones para el Congreso de la República, las redes sociales tuvieron un lugar preponderante en las diferentes campañas y por eso no nos sorprende que hoy en día todos los hombres y mujeres que aspiran a un cargo de elección popular tienen sus respectivas redes sociales, en las cuales, cuando no están en función de atacar a sus contrincantes, se están defendiendo de las verdades o mentiras, que estos están socializando o las aprovechan para hacer propaganda a sus campañas o para mostrarse especialmente atractivos y simpáticos para los posibles electores, para lo cual no vacilan en cantar, bailar y hasta contar uno que otro chistecito.
Entonces, es indudable que las redes sociales pasaron a convertirse en Nariño, en Colombia y en el mundo en instrumentos de enorme valor e importancia, que en cualquier momento pueden cambiar los resultados de cualquier elección.
Esto es indudable, si tenemos en cuenta que en Colombia funcionan 32 millones de cuentas activas en Facebook, 12 millones en Instagram, 13 millones en Tik Tok, el sistema que está de moda, y casi tres millones y medio de cuentas en Twitter, con lo que nos encontramos con un gigantesco mercado de votos, capaz de escoger quienes ganarán o saldrán derrotados.
No queremos decir que esto sea negativo. Lo malo y, ya lo estamos viendo en esta campaña presidencial, es que las redes no solo están siendo utilizadas para promocionar a los candidatos y candidatas, sino para difamar, algunas veces de manera repugnante de los aspirantes.
En ese sentido, lo cierto es que un gran porcentaje de lo que ahora estamos viendo en esas redes, es la difusión de información falsa y mentirosa, donde se cuestiona de manera rastrera la vida personal de quienes están involucrados en las campañas políticas, además de difundir toda clase de chismes, sin fundamento, solo con el único objetivo de arruinar prestigios, en ataques en los que muchas veces se utilizan a los influenciadores (a), quienes llegan a cobrar cifras astronómicas por un solo trino, en una situación a la que resulta difícil hacerle seguimiento por parte del Consejo Nacional Electoral CNE.
Esa es la realidad nada virtual que vimos en esta campaña por la Presidencia de la República, donde el objetivo de la derecha y de la izquierda parece ser el de cazar a los jóvenes.