Padre Narciso

¿Es pecado tener dinero y bienes materiales?

POR: P. NARCISO OBANDO

Realmente no hay nada malo en poseer dinero, propiedades y bienes materiales, mientras no permitamos que esos bienes se conviertan en sustitutos de Dios. Cristo nos ha alertado: “No pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero”.

Debemos cuidar que el dinero no se nos convierta en un ídolo que sustituya a Dios, y que tampoco las vías para obtenerlo ocupen todo nuestro interés, nuestra dedicación, nuestro empeño … hasta nuestro amor.

Los bienes materiales de este mundo no son malos en sí mismos, pues nos han sido proporcionados por Dios, nuestro Creador. Y, siendo esto así, significa que Dios es el Dueño, y nosotros somos solamente “administradores” de esos bienes que pertenecen a Dios. De allí que cuando seamos juzgados se nos tomará en cuenta cómo hemos administrado los bienes que Dios nos ha encomendado.

El dinero mismo no es la raíz de todos los males, sino “el amor al dinero”, porque nuestro amor tiene que dirigirse a Dios y a los hombres, no a los bienes materiales.

Amar al dinero es una tontería. Podría sorprendernos la muerte amando al dinero más que a Dios o teniendo al dinero en el lugar de Dios. El apetito desordenado de los bienes materiales, a lo cual llamamos “avaricia” es pecado.

El pecado consiste en acumular en desconfianza de la Divina Providencia: Por si acaso Dios no nos cubre las necesidades, tenemos nuestra seguridad en lo que guardamos. El pecado consiste en sustituir la avaricia por la confianza en la Divina Providencia: Acumulamos para que, por si acaso Dios no nos cuida, tengamos lo que creemos necesitar.

Es como tener una malla de seguridad en caso de que nuestro Padre no nos ataje cuando caigamos. El pecado consiste en creer que estaremos bien, porque nosotros mismos nos hemos proveído lo que creemos necesitar.

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La avaricia es un signo externo de falta de confianza en Dios. Es no confiar en que realmente es El Quien provee para nosotros.

Hay una falta de confianza interior, que consiste en andar preocupados porque podría faltarnos lo necesario. Y una manifiesta falta de confianza exterior por la que buscamos proveernos de bienes temporales con una preocupación tal, que descuidamos los bienes espirituales. Y puede ser pecado grave cuando se opone a la justicia y dependiendo de su intensidad y de los medios empleados para conseguir esos bienes.

Los bienes materiales han sido puestos en nuestras manos por Dios para que seamos buenos administradores. Y eso significa que con nuestro dinero -es cierto- debemos satisfacer nuestras propias necesidades y las de nuestra familia, pero también debemos satisfacer las necesidades de aquéllos que tienen menos que nosotros.

Cada uno de nosotros tiene derecho a utilizar el dinero que ha conseguido con su trabajo honesto, pero también tiene la obligación de compartir con los demás. Y no sólo compartir de lo que nos sobra, sino a veces también de lo que nos es necesario, cuando haya alguno o algunos que tienen más necesidad que nosotros.