Guillermo Alfredo Narváez Ramírez

Ilusión truncada de un tren en Nariño

Nariño ha deseado fervientemente una comunicación vial moderna con Popayán. Nunca lo ha conseguido. Pero es más notable que en 1920 se soñara con un tren que uniera la capital con Popayán.

Sin embargo, ese anhelo fue un sueño nunca cumplido. La ilusión del ferrocarril hacia Popayán, no se hizo realidad. Solo quedó, a manera de espejismo, un trayecto que no iba a ninguna parte hasta que finalmente en los años sesenta, en el siglo pasado, se tomó la decisión de levantar definitivamente los rieles entre Agua Clara y El Diviso, y se ordenó construir una improvisada y peligrosa carretera que unió Tumaco con Túquerres. Esta solo vino a ser reemplazada en los años noventa por una vía relativamente pavimentada acorde al relativo avance logrado en la nación.

Hoy se puede afirmar que, por causa de una serie de errores, y debido también a la fatalidad, se esfumó la historia del ferrocarril fantasma del departamento de Nariño. Veamos algunos detalles.

En 1920 en la segunda administración de don Julián Bucheli como gobernador de Nariño, se creó una junta de ferrocarriles, encargada de hacer realidad la red ferroviaria Tumaco- Pasto-Popayán. La empresa proponente del proyecto planteaba en el contrato entregar construido el ferrocarril en seis años y el derecho de su explotación por 25 sin erogación alguna para el gobierno, al término de los cuales el tren y sus instalaciones pasarían a poder de la nación. Y lo más atractivo: autorización del estudio, montaje y explotación de yacimientos de petróleo y minerales que se descubrieran a dos kilómetros de ancho de la vía férrea.

 

«Otra ilusión fallida para Nariño. Hoy ni tren ni carretera moderna que una al departamento con el norte de Colombia ni otra que la una con el Putumayo».

 

Cabe anotar al respecto, que en esa época se tomaron las grandes decisiones viales que habrían de repercutir todo el siglo en esta materia. Se aprobó así equivocadamente la construcción de ferrocarriles, en lugar de asfaltar carreteras, cuando la comparación económica, aconsejaba lo contrario, ya que resultaba mucho más barato pavimentar que implantar la red ferroviaria. El ferrocarril algo avanzó; la red de carreteras, no. Y en torno a la propuesta de Nariño, se aprobó la construcción del ferrocarril, con redes a Ipiales, Pasto y Popayán.

Iniciándose la década los veinte se dio comienzo a la obra desde la orilla del estero de Agua Clara, brazo del río Mira, y diez años después solo se había avanzado 105 kilómetros.

Por otro parte la desgracia se enfocó en el personal humano. Ante la imposibilidad de conseguir mano de obra de la costa, que era la apropiado, puesto que ellos se negaron a ser contratados, prefiriendo sus labores de pesca y agricultura, se enganchó a campesinos de la cuenca interandina, que no soportaron los rigores del clima y el régimen alimenticio, ni menos fueron capaces de vencer las enfermedades endémicas del clima cálido y húmedo del Pacífico. El resultado fue un alto índice de mortalidad de los obreros oriundos de la sierra nariñense, de tal manera que se llegó a afirmar que por cada polín de la vía férrea quedó un obrero nariñense sepultado en su propia orilla.

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En el año de 1930, por fin, la locomotora llegó al sitio que se denominó El Diviso, en plena selva, y comenzó a prestar servicio un extraño ferrocarril. Era un tren que «no salía de ninguna parte para llegar a ninguna otra». Veamos.

No salía de Tumaco sino de Agua Clara. No llegaba ni a Túquerres ni Ipiales, ni menos a Pasto, sino que se quedaba en la zona selvática de El Diviso. Y hasta allí llegó el sueño del ferrocarril al norte o al menos a Popayán. Otra ilusión fallida para el departamento de Nariño. Hoy ni tren ni carretera moderna que una a Nariño con el norte de Colombia ni otra que una al departamento con el Putumayo.

Por: Guillermo Alfredo Narváez Ramírez.