Cada 24 de abril, el mundo se detiene para recordar las atrocidades cometidas durante el genocidio armenio y las masacres de Sayfo, perpetradas por el Imperio Otomano contra las comunidades cristianas del Medio Oriente. Este día no solo honra la memoria de las víctimas, sino que resalta la urgencia de garantizar justicia y evitar que tales tragedias se repitan.

Orígenes del genocidio: un plan sistemático
El genocidio armenio no fue un acto espontáneo, sino un proceso cuidadosamente planeado por el Estado otomano. Las primeras señales surgieron entre 1894 y 1896, durante las llamadas «Masacres Hamidianas», en las que más de 300.000 armenios fueron asesinados. Estas masacres, dirigidas por el sultán Abdul Hamid II, marcaron el inicio de una estrategia de limpieza étnica que culminaría en la Primera Guerra Mundial.
El 24 de abril de 1915 es recordado como el comienzo oficial del genocidio. En esta fecha, alrededor de 250 intelectuales y líderes armenios fueron arrestados y ejecutados en Estambul, eliminando a gran parte de la élite cultural y política de la comunidad. Posteriormente, se implementaron deportaciones masivas, saqueos, asesinatos y conversiones forzadas al Islam en un intento por borrar la identidad armenia y cristiana de la región.
Impactos y cifras devastadoras
Entre 1915 y 1923, más de un millón y medio de armenios fueron asesinados, junto con cientos de miles de sirios, asirios y caldeos. Aldeas enteras fueron destruidas, iglesias y monasterios saqueados, y las comunidades supervivientes se vieron obligadas a dispersarse por el mundo. Este proceso no solo aniquiló vidas humanas, sino también un legado cultural, histórico y religioso invaluable.
Según datos recopilados por observadores como Johann Lepsius y testimonios diplomáticos, como los del embajador estadounidense Henry Morgenthau, los métodos utilizados incluyeron ejecuciones masivas, marchas de la muerte y violencia sexual generalizada. Morgenthau calificó estos actos como «el asesinato de una nación».

Un desafío contemporáneo: la negación y la búsqueda de justicia
Pese a la evidencia histórica, Turquía, como Estado sucesor del Imperio Otomano, ha mantenido una política de negación del genocidio. Este rechazo ha sido un obstáculo para la reconciliación y el reconocimiento pleno de los hechos. Sin embargo, comunidades armenias en todo el mundo continúan abogando por justicia, preservando la memoria de sus antepasados y exigiendo que se reconozca oficialmente el genocidio.
Además, recientes conflictos como el de Artsaj (Nagorno-Karabaj) han revivido preocupaciones sobre la seguridad y los derechos de estas comunidades. Desde diciembre de 2022, el bloqueo al corredor de Lachin ha generado tensiones y violaciones a los derechos humanos, subrayando que la amenaza persiste.
Reflexión y aprendizajes para el futuro
A 110 años de esta tragedia, recordar el genocidio armenio y las masacres de Sayfo es un acto de resistencia y compromiso con la verdad. Estos eventos nos recuerdan que la justicia histórica no solo busca reconocer el pasado, sino también construir un mundo donde el pluralismo, el respeto y la paz prevalezcan.
